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Vi también que la ciudad santa,(A) la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios,(B) ataviada como una novia que se adorna para su esposo.(C) Entonces oí que desde el trono salía una potente voz, la cual decía: «Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo,(D) y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte,(E) ni más llanto, ni lamento ni dolor;(F) porque las primeras cosas habrán dejado de existir.

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